LA NATURALEZA DE LOS CONFLICTOS
La palabra “conflicto”, de la manera que se utiliza aquí, e independientemente del grado de seriedad en el que se manifieste, abarca desde conflictos emocionales, conflictos de relaciones, conflictos económicos, desastres, e incluso enfermedades.
Como todas las experiencias toman lugar en el espacio mental, en el momento en que aparece un conflicto, se recibe un diagnóstico serio de una enfermedad o toman lugar desastres que alteran el modo de vida, hay que tener una manera mental de afrontar la situación. La secuencia que sigue nos entrena en cómo generar una estructura mental de apoyo para afrontar los cambios que hay que llevar a cabo. En caso de enfermedad, la secuencia se utiliza paralela a un tratamiento médico profesional.
Hay que tener muy claro que los desequilibrios comienzan en la mente. El primer paso para afrontar una situación conflictiva (enfermedad, divorcio, ruina económica, pelea, etc.;) es tener muy claro la naturaleza de los conflictos. Ordinariamente, se perciben los conflictos como algo desagradable a rechazar y evitar. En realidad, los conflictos son situaciones que demandan cambios radicales.
Los conflictos no vienen por sí solos, por accidente, castigo o por error. Los conflictos los administra el Guía Interno, o conciencia superior, como instrumento para forzar los cambios que son necesarios llevar a cabo en esa etapa de la vida.
Los conflictos son señales de que hay que llevar a cabo urgentemente cambios radicales.
El conflicto hace consciente un problema inconsciente, que está sin resolver desde hace mucho tiempo y, que ya no se puede seguir ignorándolo.
El conflicto es un asunto de la familia entera, aunque tenga la apariencia de ser personal.
La manera en que se manifiesta el conflicto tiene que ver con la historia de la familia y los patrones energéticos por resolver.
La manera en que se interpreta y reacciona al conflicto está basado en el cúmulo de hábitos y tendencias acumuladas en la historia de la familia.
Las maneras de reaccionar a los conflictos incluyen: sentimiento víctima, nublar la conciencia para no sentirlo, distraerse con algo más potente, culpar a otros, encararlo a medias dejando el conflicto sin resolver, encararlo de lleno y dispuesto a hacer lo que haya que hacer, o ignorarlo por completo.
Si no se hace algo para resolver el conflicto, va a reaparecer con más intensidad en la vida personal, o en la de nuestros descendientes. Los mismos conflictos se repiten porque están sin resolver.
Los conflictos que continúan sin resolverse se manifiestan finalmente como enfermedades serias, y de esta manera es imposible seguir ignorándolos.
La enfermedad es un mensaje urgente que nos dice que hay que hacer cambios radicales en la manera en que estamos viviendo.
La enfermedad es un síntoma, como una alarma de fuego, no la causa del conflicto. Es un gran error asumir que la causa de la enfermedad la sana un profesional médico. Un profesional médico sólo puede aliviar el síntoma, pero no sanar la causa, que reside en la mente y en la manera de vivir que se ha venido haciendo en la familia durante demasiado tiempo.
El otro gran error con las enfermedades serias es querer sanarse para regresar al pasado, sin cambiar nada en la manera de vivir. Los conflictos se manifiestan porque hacen falta cambios radicales en la manera de vivir y relacionarse. Los conflictos aparecen para forzar a dar pasos evolutivos como individuos, no para regresar a hacer lo mismo y seguir estancado en actitudes y maneras de hacer las cosas que no tienen futuro.
Los conflictos se manifiestan cuando tenemos todas las herramientas para resolverlos. El que aparezca un conflicto es la señal de que tenemos todo lo necesario para resolverlo, y que estamos en el buen momento para hacerlo.
El conflicto le aparece a la persona que tiene todas las capacidades para resolverlo, o en el caso de los niños, para inspirar a los adultos a que lo lleven a cabo.
Resolver un conflicto creativamente genera una nueva personalidad, más flexible, capaz y compasiva cuando se encuentra a otros atravesando por el mismo tipo de conflicto.
Para resolver un conflicto creativamente hay que empezar enmarcando el conflicto como una oportunidad de sanar patrones repetitivos en la familia, en vez de percibirlos como inconveniencias, mala suerte o castigo.
El I Ching enseña en el hexagrama 3, que los conflictos son oportunidades para generar nuevas estructuras. En el hexagrama 6 nos enseña que dentro del conflicto reside la solución del conflicto, pero que para encontrar el punto de acuerdo que resuelve el conflicto hay que hacer grandes esfuerzos.
Situaciones conflictivas son situaciones que dividen y fragmentan. Los puntos de acuerdo mutuos son los factores que ayudan a resolver el conflicto creativamente. Donde enfocamos en los conflictos determina si somos capaces de encontrar el punto o puntos de acuerdo, o de seguir fomentando la discordia.
Culpar a otros impide resolver conflictos porque implica que uno no tiene nada que cambiar, sólo el otro.
El I Ching, en el hexagrama 6, enseña que en conflictos serios es necesario contactar a alguien sabio, que esté al margen del conflicto. Tal individuo es el Guía Interno. El que uno no tenga la comunicación abierta con el Guía Interno es señal de que estamos en conflicto interno con uno mismo. El conflicto externo es un reflejo consciente del conflicto interno inconsciente.
Las situaciones conflictivas se manifiestan como oportunidades de sanar los patrones repetitivos. Los conflictos que no se sanan en una generación, pasan a la próxima generación y se intensifican al repetirse, hasta llegar al punto crítico de manifestarse directamente como una enfermedad muy seria, desde temprana edad.
Obviamente, los conflictos varían en intensidad y duración: simples de resolver, complejos que requieren esfuerzo sostenido, serios que requieren una nueva manera de afrontar las cosas y graves que requieren total atención y cambios profundos.
Independientemente de la intensidad del conflicto, como aconseja el I Ching en el hexagrama 6, hay que ponerlo en el centro dándole la máxima atención. Un conflicto que aparenta ser simple no es menos importante que uno grave. Una pequeña chispa puede prender fuego a un bosque gigantesco.
La dificultad del conflicto es una muestra del potencial de transformación que está disponible y de la calidad de persona que uno es. “Mientras más habilidades desarrollamos, más responsabilidades asumimos”. Un gran conflicto es un gran desafío, pero para la historia de nuestra familia es una oportunidad de estructurarse a un nuevo nivel de integridad. Esto sólo lo pueden llevar a cabo seres de extraordinario calibre y buen corazón.
LA MANERA DE REACCIONAR A LAS SITUACIONES
Las situaciones se vuelven conflictivas y problemáticas porque las rechazamos. Las situaciones en sí son neutrales, pero nuestra manera de reaccionar, rechazándolas, las hace conflictivas.
Todo lo que se rechaza, se le exageran sus cualidades negativas.
El rechazar y exagerar lo negativo en las situaciones que encontramos en la vida es un hábito de reaccionar, independiente de las situaciones.
El exagerar la seriedad de situaciones se manifiesta al creer que llega el final del mundo con este problema. Esto va acompañado de una fuerte intensificación del egoísmo y la mente de separación.
El exagerar la seriedad de situaciones se manifiesta como el querer que otros detengan sus vidas y corran a prestar auxilio porque nuestro problema es el problema más importante en el mundo. Si el mundo no se detiene a ayudarnos, se le suma a nuestra interpretación defectuosa la frustración, la cólera, ira y agresividad hacia los que no nos han prestado ayuda. La conclusión puede llevar al pesimismo de que vivimos en un mundo cruel y despiadado.
El exagerar la seriedad de situaciones se manifiesta como el darle el máximo de importancia a nuestra interpretación y manera de reaccionar, por encima de todo.
Los hábitos de reaccionar operan inconscientemente, no importa la situación que sea.
Cada persona desarrolla una serie de hábitos al reaccionar. Algunos son inofensivos, mientras otros son muy problemáticos. La manera de interpretar y reaccionar a las cosas genera la visión de la vida que la persona tiene. Todo esto está basado en distorsiones, unas tras otras, y asumimos que es una lectura correcta de la realidad en que vivimos.
La tendencia a rechazar situaciones está basada en la creencia inconsciente de que uno puede controlarlo todo.
El querer controlarlo todo es un esfuerzo inútil que lleva a la frustración y desesperación.
LOS 14 PASOS PARA LLEVAR A CABO CAMBIOS NECESARIOS
1. Mente clara, capaz de reconocer que hay una situación conflictiva. Si no se reconoce que hay un problema, somos incapaces de hacer algo.
2. La motivación para llevar a cabo los cambios tiene dos aspectos: tener claro que el cambio es necesario, y que somos capaces de llevarlo a cabo.
3. Tener claro que los cambios a lograr, en realidad, son para la familia entera. Todo tiene una causa previa. Un conflicto que aparenta ser personal, si se investiga a fondo, tiene una larga historia en la familia. El esfuerzo que se va a llevar a cabo es para que nunca más esa manera de sufrir se manifieste en la familia.
4. Despejar la congestión mental y aclarar la mente desde el canal central de la mente individual. Esto se logra con la práctica de la Secuencia Base.
5. Una vez que la mente está clara y espaciosa, establecer con claridad lo que queremos. Esto no lo decide solamente el ego, esto se establece preguntando a la conciencia superior que es el Guía Interno: “¿Cómo me sentiría yo en estado de armonía en esta situación?”, o “¿cómo me sentiría yo al sanar la causa de este desequilibrio?”.
La pregunta tiene que ver con el resultado final, que siempre es el sentirse de cierta manera. Todo lo que hacemos es para cambiar la manera en que nos sentimos. Hay que tener muy claro cómo quiere sentirse uno, como resultado del esfuerzo que se va a llevar a cabo. La estrategia de práctica es comenzar con el resultado.
6. Utilizando las diferentes técnicas en el Árbol de las Prácticas para llevar a cabo los cambios necesarios. Los cambios positivos que necesitamos no toman lugar por sí solos, viviendo una vida ocupada, distraída y superficial. Independiente de la importancia que le demos a las cosas, mientras no nos encaminemos en la vida para realizar el propósito por el que estamos aquí, todo lo que hacemos es superficial y está incompleto.
7. Aceptar la situación con la que hay que trabajar tal como es, sin rechazarla o deseando que fuera diferente. Todo lo que se rechaza se refuerza y se exageran las cualidades negativas que tiene. Aceptar no es rendirse pasivamente o abandonar el esfuerzo. Aceptar es parar de potenciar lo que no se quiere.
8. Percibir la situación como necesaria en ese momento en la vida. Para que un organismo se mantenga saludable tiene que crecer, expandirse y fluir con los cambios. En el momento que se resiste a los cambios, se estanca, se debilita, decae, enferma y muere. El impulso al crecimiento y expansión se acelera en periodos de crisis, cuando se intensifica la conciencia. Cuando todo va bien, nos hacemos inconscientes y olvidadizos del propósito por el que estamos aquí. Experimentamos la felicidad gracias al sufrimiento, y desarrollamos la excelencia gracias a los desafíos.
9. Percibir la situación como el paso que el Guía Interno, quien administra todo el programa de autodesarrollo, estima es imprescindible experimentar ahora para evolucionar y madurar como individuos. El propósito de la vida tiene dos aspectos, elevar nuestra conciencia y asistir a otros.
10. Hay que tener en cuenta que el problema aparece cuando se tienen todas las herramientas para liberarlo. Hacerse conscientes de que a las prácticas, que uno ha aprendido, les ha llegado el momento de ponerlas a prueba.
11. Tomar responsabilidad por la felicidad y bienestar propio, y superar la creencia de no tener herramientas o recursos para cambiar las cosas. La creencia de que no tenemos recursos para ser felices se manifiesta como mente víctima. Mientras no se transforme ese hábito, siempre nos sentiremos inseguros y faltos de autoconfianza. Nuestras creencias determinan cómo nos sentimos.
12. Practicar, aunque no se tengan ganas. Practicar porque hay que hacerlo. Si se espera a practicar cuando se tengan ganas, el Guía Interno va a tener que forzar el cambio con una crisis muy seria.
13. Practicar con la motivación de generar abundante experiencia para asistir a otros a ser felices es la manera más potente y placentera de practicar. Cuando se practica así, hay clara dirección de vida y uno se siente feliz, no importa la dificultad de los desafíos que aparezcan.
14. Agradecimiento infinito a los maestros y practicantes que han abierto el camino de cómo vivir, combinado con un sentimiento de inmensa gran fortuna al encontrar un camino ancho de autodesarrollo a seguir.