Dentro del amplio repertorio de prácticas energéticas transmitidas por los maestros taoístas, hay una que destaca del resto por el amplio repertorio que abarca. La Práctica del Peregrinaje es una de las prácticas menos entendida en el camino de autodesarrollo espiritual. A veces, se asume que la Práctica del Peregrinaje es un simple viaje de un lugar espiritual a otro.
La Práctica del Peregrinaje es un paso decisivo en el camino de desarrollo personal, porque antes de salir nos ayuda a finalizar las situaciones pendientes del pasado y una vez que salimos, pone a prueba todo lo que hemos aprendido.
El I Ching aconseja al principiante que para triunfar en lo que emprendemos hay que terminar lo que hemos comenzado a hacer. Cuando empezamos a hacer algo, ponemos en marcha un ciclo energético cuyo objetivo principal es completarlo. Si dejamos algo sin terminar, la energía que sostiene el ciclo se queda sin liberar y de esta forma limita nuestra vitalidad y reduce nuestra eficacia en lo que vayamos hacer.
Cuando se concibe la idea de un peregrinaje, la primera cosa que debemos hacer antes de partir, es revisar todos los asuntos en nuestra vida que están sin terminar, y llevarlos a su fin para cerrar esos ciclos energéticos. Hay que hacer esto porque la práctica del peregrinaje, en su esencia, es una preparación hacia a la muerte.
En la India se le llama al peregrino “el muerto andante” porque antes de partir debe pagar todas las deudas, resolver todos los conflictos, hacer las paces con viejos enemigos y completar todo lo que está pendiente. De esta manera, el peregrino está listo para partir de este mundo sin ataduras al plano físico. La Práctica del Peregrinaje es la práctica de liberación de las ataduras, y nos proporciona una experiencia consciente de libertad, como ninguna otra experiencia en nuestras vidas.
Un segundo paso igualmente importante en la práctica del peregrinaje es hacer votos de conducta, que nos ayudan a fortalecer la voluntad y aumentar la autoestima. El primer y más importante de todos los votos es el de completar el peregrinaje, a pesar de las dificultades que podamos encontrar. El cumplimiento de los voto se convierte en un modelo de perseverancia en situaciones difíciles de la vida.
Peregrinajes: Destinos.
Cada tradición espiritual del mundo ha tenido lugares donde peregrinar:
- Los hindúes, a la fuente del río Ganges y al Monte Kailash.
- Los budistas, al lugar donde se iluminó Buda, en Bodgaya (India).
- Los musulmanes, a la Meca.
- Los cristianos, a Jerusalén o a Roma.
- Los indígenas americanos, a las montañas y lugares sagrados de sus ancestros.
- Los taoísta, escalan las Montañas de los Cinco Elementos, en China.
Peregrinaje a Santiago de Compostela.
En la Europa precristiana se trazó una ruta de peregrinaje desde diferentes puntos del continente hacia los lugares por donde entraron los ancestros de las tradiciones espirituales. El peregrinaje a Finisterre “el fin del mundo” es uno de los peregrinajes más antiguos que ha sobrevivido al paso de los tiempos. Por ese camino han transitado los druidas y los celtas, y cuando el cristianismo llegó a convertirse en la religión dominante del continente se transformó en un peregrinaje asociado al espíritu luminoso del Apóstol Santiago.
El peregrinaje a Santiago de Compostela, en la zona noreste de España, es una oportunidad de adentrarse en el gran tesoro de los mitos, arquetipos y simbolismo de la antigua Europa. Nadie que camina esa ruta sagrada lo lamenta. Al contrario, los peregrinos que regresan a casa regresan fortalecidos, con una sensación más clara de propósito, dirección en la vida y capacidad de logro.
Ser capaz de caminar más de 800 km, pasando de lluvias intensas a un calor extremo, llega a ser para muchos peregrinos la hazaña más importante en sus vidas, y un modelo de cómo lograr grandes propósitos en la vida. El peregrinaje nos ayuda a definir los límites de lo que somos capaces de lograr. Para una persona con baja autoestima, ser capaz de perseverar diariamente durante un mes o más, muchas horas al día rumbo a Santiago de Compostela o a Finisterre, es una experiencia transformadora que sirve como modelo de poder personal.
En el Camino de Santiago, encontramos desde bebés de pocos meses de vida que los llevan sus padres hasta personas mayores de 80 años que caminan lentamente, cada cual alcanzando su destino a su propio ritmo. Es uno de los pocos peregrinajes a pie en el mundo que se puede llevar a cabo a cualquier edad. También encontramos peregrinos que han realizado el camino muchas veces, y vuelven a realizarlo como manera de empoderarse para afrontar fases en la vida con un modelo de clara dirección y propósito.
Mi interés en el camino de Santiago empezó en los años ochenta, cuando encontré un libro con fotos que hablaba sobre El Camino. Justo en ese momento, activé el gran deseo de hacer un día esa ruta. El ciclo energético que puse en acción con ese simple deseo culminó cuando empecé a dar clases en España, a finales de los ochenta, y empecé a conocer a personas que vivían en Galicia. Con la ayuda de un grupo de jóvenes aprendí que el apellido por parte materna “Cantero” significa persona que trabaja la piedra para construir iglesias.
Durante los últimos 14 años, con la ayuda de muchos estudiantes franceses y españoles, he ido investigando las raíces precristianas del peregrinaje a Santiago. Paralelamente, he investigado el mapa estelar de los diferentes lugares a lo largo de la ruta. Compostela significa “campo de estrellas” y la ruta traza un camino a lo largo de las constelaciones de la Vía Láctea, desde el centro de la galaxia hasta la estrella Sirio. La Vía Láctea ha sido para muchas culturas el camino que sigue el espíritu después de la muerte.
En el Egipto faraónico, la estrella Sirio se consideraba como la esencia espiritual de la Diosa Isis. En la Europa precristiana, especialmente a lo largo de la Costa Atlántica, se la conocía como la Diosa Mari, que después llegó a ser María, en la tradición cristiana.
La ruta de Santiago es un regreso al seno de la gran diosa: “La de los Mil Nombres”. Todas las cuevas y fuentes de aguas medicinales desde las épocas precristianas han sido consagradas a la Gran Diosa, como principio de la abundancia, sanación y transformación. Cuando los monjes cristianos rediseñaron la ruta, ésta continuó consagrada a la Gran Diosa como Virgen María.
La energía de la Gran Diosa es el aspecto divino femenino que reside en cada uno de nosotros. Es el gran Yin y el aspecto maternal de cada uno de nosotros que se manifiesta como el cuidar y el nutrir. Por ignorancia y mala comunicación destruimos la Tierra cuando perdemos contacto con nuestro aspecto femenino interno. Cuando nos hacemos receptivos a nuestro aspecto Yin, independiente de nuestro género, abrimos la posibilidad de querernos, cuidarnos y perseverar en las prácticas que despliegan nuestro potencial como seres humanos. Si no contactamos nuestro aspecto femenino creativo, pasamos por este mundo actuando de forma mecánica, con el corazón cerrado y dejando un camino de sufrimiento y destrucción.
Uno de los principales problemas de los practicantes modernos es utilizar técnicas energéticas de forma mecánica, sin despertar su verdadera naturaleza. Reforzamos el Yang mientras agotamos el Yin. En el gran mito de Isis y Osiris, que es el corazón de la tradición esotérica occidental, es lo femenino lo que hace despertar de la muerte a lo masculino. Es con el esfuerzo de Isis que el espíritu de trascendencia nace en forma de Horus.
El peregrinaje a través de la Vía Láctea hacia el corazón de Sirio-Isis es el camino que nos enseña a contactar lo femenino para poner en marcha el proceso de iluminación, que culmina “en el fin de la tierra” en Finisterre.
Juan Li empezó la Práctica del Peregrinaje en 1996, al cumplir 50 años cuando realizó el peregrinaje a once montañas sagradas en China. En el 1998 camino más de 800 km en la ruta del Camino de Santiago, desde Francia. En el 2001 hizo un peregrinaje a las cuatro fuentes sagradas del Río Ganges en la India. En 2013 realizó un segundo peregrinaje a pie a Santiago, desde Lourdes (Francia,) hasta Finisterre y Muxía. En el 2016 realizó un peregrinaje a los 88 Templos budistas en la isla de Shikoku, Japón.